
Por uno de sus protagonistas, el eterno luchador Ángel Fernández, supe que la Associació per a la Memòria Històrica i Democràtica del Baix Llobregat organizaba la presentación del libro Traumas: niños de la guerra y del exilio, en Cornellá. La obra, casi quinientas páginas y más de 200 fotografías, narra las historias de vida de 28 niños que padecieron la guerra civil y a los que las circunstancias obligaron a elegir entre un largo exilio interior -estigmatizados por ser hijos de los vencidos, testimonios de la represión infringida a sus madres- y la tragedia de cruzar la frontera, camino del exilio en Francia.
Francisco Ruíz Acevedo, presidente de la asociación, fijaba -basándose en informaciones obtenidas en la alcaldía de Tolouse- que además de 686.000 adultos, más de 68.000 niños cruzaron la frontera en 1939. En Francia sufrirían la separación de sus padres dictada por las autoridades francesas en los campos de concentración, la muerte por hambre, frío o disentería...

Aunque el acto no empezó puntual, el guión fue ágil y variado. A las palabras de Paco Ruíz Acebedo siguió la proyección del cortometraje “Dibujando la memoria”. El acto fue conducido por Josefina Piquet: los que la hemos visto en acción en clase, explicando su experiencia infantil -y la de su muñeca- a los adolescentes, sabemos que es una gran comunicadora. En algún momento recordó que “Nosotros los niños somos víctimas inocentes de los conflictos que los mayores no saben o no quieren arreglar. Nosotros no hemos declarado ninguna guerra”. Por eso el presidente del Memorial Democrático, Miquel Caminal, reclamó que el recuerdo por los niños de nuestra guerra llegue a movilizarnos por los niños que en el presente sufren por la guerra en Irak, en Palestina, en Chechenia. Añadió que, viendo cómo las democracias pueden ser degradadas por los corruptos e insultadas por los mercados financieros, el ejemplo de los que defendieron la democracia con sus vidas y la ganaron tras cuarenta años de sufrimiento nos debe mover a mantenerla con la misma convicción. Vino después la siempre generosa y aplaudida actuación de Paco Ibáñez. A los que se ríen por lo bajini diciendo que en estos actos están los de siempre, les invito a ver cómo despierta entusiasmos la voz de este hombre abrazado a su guitarra. Fue emotivo escucharle, ver a un auditorio rendido y esperanzado, a los luchadores sacar fuerzas una vez más de sus ajados cuerpos para cantar junto a él “andaluces de Jaén”, y un mar de labios tarareando bajito las “Palabras para Julia” que Goytisolo escribió y Paco Ibáñez lleva años cantando... Ya saben “Entonces siempre acuérdate, de lo que un día yo escribí, pensando en ti como ahora pienso”.

Si, como dijo Josefina Piquet, los testimonios recogidos en el libro son los de la última generación que puede relatar la tragedia de la guerra y sus consecuencias en primera persona, y por tanto el libro figura ser en cierto modo su testamento, deberíamos estar atentos al ejemplo que nos prestaron con sus vidas tanto como de sus palabras escritas. Porque si algo les distingue es la entereza y la constancia en su lucha por la libertad. Marcelino Camacho, el que fuera impulsor de Comisiones Obreras, falleció antes de ayer y hoy ha recibido un discreto aunque sentido homenaje, que ha reunido a algunos cientos de personas en Madrid. Personas que le recuerdan decir, recién salido de la cárcel, aquello de "Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar". Su viuda pronunció ayer un breve discurso de agradecimiento a los congregados, y explicó que las últimas palabras de Marcelino Camacho fueron "Si uno se cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante". Lo dejo escrito para cuando me acongoje la desdicha, para cuando me tiente el desaliento, para acordarme del ejemplo valiente y apasionado de toda una generación que nos debe servir como modelo. Estará bien entonces, cuando el capricho venza al compromiso, pensar en ellos, nunca domados, como ahora pienso.