Ferran Sánchez: Història. Divulgació. Docència.

Ferran Sánchez: Història. Divulgació. Docència.
"Sólo unos pocos prefieren la libertad; la mayoría de los hombres no busca más que buenos amos" (Salustio)

sábado, 9 de abril de 2022

LLAMATIVOS MEJUNJES RENACENTISTAS EN LISTAS SUPERVENTAS INDUCIDAS

 



Escribir sobre el Renacimiento italiano constituye un reto complicado. No sólo por la multitud de lecturas, personajes, escenarios y facetas que incluye, sino, como ha escrito Pedro Ruiz Pérez (Universidad de Córdoba), por la ausencia de manifiestos o pensadores oficiales. Entre los grandes humanistas del Renacimiento apenas podemos detectar una concepción negativa del tiempo anterior, que se manifiesta en la aparición de referencias a una presunta "modernidad"; y es que presentando sus aportaciones como el abandono de la oscuridad producida por el hundimiento del mundo antiguo, aquellos círculos eruditos periodizaron la Historia. Le sospechamos, por ejemplo, a Giorgio Vasari cierta consciencia histórica cuando habla de “rinascita”: los humanistas no veían en aquella época que quedaba “en medio” entre ellos, la supuesta "rinascita, y el mundo clásico, nada más que barbarie, ignorancia y superstición. Por eso buscaron con admiración en el mundo clásico referentes, y, así, fijaron el hábito de resituar los textos consagrados –incluidas las Sagradas Escrituras- en el momento histórico que las había visto nacer.

Ese componente filológico del humanismo constituye el primer motor del Renacimiento. Por eso Eugenio Garin pudo decir que «tutto l'inizio del Rinascimento è filologico» y Robert Weiss, que fue inicialmente “una cuestión de libros: la corrección e interpretación de los ya conocidos, (…) y la búsqueda de otros que pudieran conservarse en lugares oscuros». Sin embargo, el Renacimiento fue algo más que círculos eruditos preocupándose por escribir con una sintaxis latina pura, porque ese viaje intelectual en busca de las fuentes originales acabaría constituyendo una revolución del pensamiento con incontables aplicaciones prácticas. Pedro Ruíz Pérez lo dice de manera ejemplar: “igual que el establecimiento de las leyes ópticas en la pintura permitió la correcta disposición de las figuras en el espacio del cuadro, el desarrollo de la perspectiva histórica aportado por la filología dotó al individuo renacentista de una visión de la Historia con secuencia temporal. Mientras que lo medieval incluyó un arraigado sentido de continuidad, el renacimiento volvió su atención a lo clásico con admiración y deseo de emulación, emparentándose con la antigüedad dando un salto por encima del período anterior”. Así pues, la admiración por las ruinas y la contemplación de los despojos del mundo antiguo podría ser interpretado como otro retorno a las fuentes parecido al que –también siguiendo el método filológico- harán los reformadores con los textos sagrados a la búsqueda de la pureza de la iglesia primitiva.

En cuanto escribes cuatro líneas sobre el Renacimiento, pues, aprecias la otra gran dificultad que implica; porque sumergirse en la crítica textual o en la teología requiere unos saberes y una sensibilidad sin la que un historiador generalista anda perdido. Sin ellas se queda en la periferia del tema histórico al que se enfrenta y queda muy alejado de de las claves que lo explican.

Afortunadamente, contamos con grandes cosmovisiones del periodo desde que la historiografía positivista decimonónica lo periodizó. Al titular “La Renaissance” el séptimo volumen de su “Historia de Francia”, Jules Michelet inauguraba una visión del Renacimiento como “descubrimiento del mundo, del espacio y del hombre”, que afectaba a todos los ámbitos de la vida, no sólo al arte o al humanismo. Poco después, Burckhard sistematizaría esa concepción del Renacimiento como ruptura con lo medieval, y Heinrich Wölfflin (Renaissance und Barock, 1888) hizo lo mismo con su tiempo posterior: aunque se centraba en el arte y abandonaba las visiones globales, consagró una descripción del Renacimiento por oposición al barroco sucesor, convirtiéndolo en “el arte de la belleza apacible… En sus creaciones perfectas no se encuentra ninguna pesantez ni ninguna traba, ninguna inquietud ni tampoco agitación”. Desde entonces, el Renacimiento sería equilibrio y percepción, quietud y sosiego, en su belleza nada parecía “forzado, inhibido, desasosegado o agitado”. En resumen, la historiografía decimonónica conceptualizó el Renacimiento como un período determinado de la secuencia histórica delimitado por contraste con las épocas contiguas. Y en tanto el optimismo científico empapaba la mirada de la burguesía decimonónica triunfante, se celebró el carácter racionalista, laico, liberal e ilustrado de aquel tiempo.

Las catástrofes del siglo XX, que en cierto modo suponían el fracaso del racionalismo, agotaron esa visión historiográfica. El Renacimiento empezó a ser desacreditado: se celebraron sus aspectos cristianos (rebajando así su presunta esencia rupturista), sus continuidades respecto a los tiempos medievales (diluyendo sus límites) y sus variantes nacionales (imposibilitando cualquier paradigma). El giro cultural de los años ochenta acabaría diluyendo el concepto: los analistas del discurso decían que sobre el Renacimiento se había escrito un relato simbólico que usaba metáforas (como "despertar" o "renacer") para describir lo que en realidad sería un cambio de mentalidad muy lento, más progresivo que rupturista. Se descalificaba así a aquellos autores del XIX -Burckhard o Walter Peter- como si fueran una especie de aristocracia intelectual asustada por la democracia industrial, a la que veían destruir la belleza y el gusto artístico, y que habían buscado refugio en un mundo inventado de genios tan excéntricos, sofisticados y enfrentados a las ideas de su tiempo… ¡como ellos mismos! El Renacimiento habría nacido de una mirada hedonista de los placeres de los sentidos que celebraría la democracia limitada de las ciudades-estado italianas, el escepticismo religioso, la belleza artística y la superioridad europea... con una nostalgia enfermiza. 

Las dos interpretaciones del Renacimiento han venido enfrentándose hasta hoy, lo que explica que Paul Kristeler, para quien el humanismo apenas era un programa educativo basado en los studia humanitatis que nunca reemplazó la vieja escolástica medieval (El pensamiento renacentistas y sus fuentes, 1979), sostuviera una visión tan distinta a la de Eugenio Garin, que lo interpretaba como una reacción contra la vieja escolástica capaz de reivindicar la centralidad de la experiencia humana, por lo que podía hablar de “La revolución cultural del Renacimiento”. Supongo que cansado de discutir, Peter Burke, que sigue siendo la “vaca sagrada” de obligatoria lectura si uno quiere acercarse al tema, acabaría diciendo que el Renacimiento era apenas un mito y alargaba su cronología entre 1300 y 1600 para buscar cambios progresivos, nunca rupturistas. El problema de esa relativización y su inclusión en ella de diásporas de artistas, cartas entre pensadores, opúsculos y partituras, grafitis, jarrones o recetas, es que el Renacimiento se ve en tantos detalles tan distantes, sutiles y contradictorios… que al final el concepto parece diluirse entre brumas.

Quizá eso es lo que ocurre con el libro de Catherine Fletcher: que gracias a esa historiografía disolvente cualquiera puede meter en el túrmix todo tipo de materiales mezclados para cocinar su propio consomé renacentista. La doctora británica estará acostumbrada a presentarle ese mejunje a sus compatriotas con inquietudes, los veraneantes que se recorren el continente en pantalón corto, chanclas, calcetines y salacot. Quizá un público poco exigente pueda aplaudir ese tótum revolutum con entusiasmo, pero a mi me sorprende que la cubierta con la que se ha comercializado el libro no resulte confusa, incómoda y poco armoniosa a nadie. 

La catedrática de la Manchester Metropolitan University ha publicado antes prometedores estudios sobre la diplomacia del Renacimiento y el Príncipe Negro de Florencia que no se han traducido. La cuidada selección de los temas me proporciona la impresión de que el desaguisado llamado “La belleza y el terror” es culpa de la editorial: este nuevo ensayo se subtitula “una historia alternativa del Renacimiento italiano” y el libro que Fletcher dedicó al divorcio de Enrique VIII ya publicitaba que era “The Untold Story”. O algún comercial con ínfulas está abusando de la misma estrategia de venta, o el libro era un compromiso editorial:  cuando los agentes literarios ganan cuatro perras con un libro le piden al autor que escriba rápidamente otro, para aprovechar el tirón y ganarse cuatro perras más. La calidad les da lo mismo, algo de lo que no quiero acusarles en concreto porque, a fin de cuentas, les ocurre igual a las macro-granjas, la sanidad privada o los restaurantes de comida rápida: el cambio climático, nuestra salud o la procedencia de los ingredientes se la trae al pairo. Lo único que les preocupa es que les paguemos la mercancía con diligencia, y para eso se encargan de presentarlo con falsas promesas, envoltorios coloridos o jóvenes modelos desnudos. En el caso que me ocupa los técnicos de ventas se han lucido porque el título del libro es suficientemente llamativo como para hacer olvidar al comprador que no consigue reconocer qué narices hay dibujado en la portada.

Hay que decir, sin embargo, que ese título -“La belleza y el terror”- quiere sugerirnos que aquellos tiempos estuvieron plagados de despiadadas matanzas, asesinatos, saqueos, violaciones y esclavitud como si la conquista británica de la India, la Guerra Fría en Latinoamérica, o la reforma religiosa de Akenatón fueran piscinas de bolas en una fiesta infantil, o un partido de petanca de amables jubilados extremeños. Sin embargo, es un anzuelo perfecto que ha permitido a la prensa recoger como noticia la publicación, titulando sus crónicas “un arte manchado de sangre”, “la cara oculta del renacimiento” y otros delirios de reporteros atribulados que deben alimentar su nómina a golpe de "clic" y “megusta” de los despistados internautas. Como siempre, el récord se lo lleva la derecha: Libertad Digital tituló “el renacimiento fue más salvaje que Juego de Tronos”, y El Mundo “El marido de MonaLisa fue traficante de esclavos”. A La Vanguardia le disculparéque haya incluido el Mejunje renacentista en una lista de 25 sugerencias que regalar en Navidad, porque imagino que el pobre periodista que escribía la noticia debía estar tan desesperado buscando novedades editoriales de calidad que cuando llevaba 24 debía estar convencido de la inutilidad de la búsqueda. A fin de cuentas, en alguna ocasión yo también he regalado una corbata.

Lo único que tiene de alternativa la historia que cuenta la señora Fletcher es que hubiera estado mejor cualquier otra alternativa cuando me dirigí a la caja de la librería. Los lectores compulsivos entenderán a qué me refiero: siempre tenemos libros por leer, y habernos equivocado al comprar –más que una pérdida de tiempo, que leer nunca lo es- ha supuesto una oportunidad perdida de comprar otro libro y hacer así una mejor inversión. Nada de lo que he leído en “La belleza y el terror” me ha parecido nuevo. Juntar con fundamento historias ya contadas podría tener su gracia, pero en este caso la única gracia que he encontrado es la presentación del papa Paulo III, que en resumidas cuentas fue el típico tarado de la Contra Reforma, un malnacido del mismo pelaje que Juan Pablo II: buen propagandista, pero con una excesiva propensión a encender el mechero en cuanto sospecha una herejía.

Que una británica le reproche a un papa cierto exceso de celo, en este caso matar moscas con lanzallamas, tiene su lógica. De todos modos, las tribulaciones de los Tudor –que permiten a la dinastía superar la cualificación de familia desestructurada- no tienen nada que envidiarle a los Farnesio. Si el móvil del libro era la “sangre renacentista”, la autora podría echarle un vistazo a la corte de Enrique VIII. Sin embargo, su ensayo apenas sale de Italia cuando le conviene: para ver caer Constantinopla y escandalizarse con la conquista de América desde lejos. A los reparos que me producen las coordenadas geográficas con que se ha escrito “la belleza y el terror”, debo añadir las cronológicas: uno no acaba de entender que una historia general de Renacimiento italiano empiece en 1492, justo cuando se muere el gran mecenas de Florencia, dejando fuera del alcance de los lectores a Botticelli, Donatello o Brunelleschi. En el capítulo 2 se intenta justificar esas ausencias utilizando las Guerras de Italia como marco cronológico, pero luego, en lugar de acabar en Cateau-Cambresis (1559), la historia llega a Lepanto, sin que se dé sentido a que aquella batalla tenga más derecho a poner fin al Renacimiento que, por ejemplo, la Matanza de San Bartolomé, que tampoco estaría muy lejos de Italia ni del año de Lepanto… ¡pero no sale ni tan sólo citada, supongo que por acotar un ámbito geográfico del que, en cambio, sí se sale para visitar el campo de batalla en Mohaczs o acompañar a Leonardo camino de la corte de Francisco I!

Para acabar debo decir que el libro contiene algunos errores sobre los Reyes Católicos: ni obtuvieron ese título por la conquista de Granada, ni la rendición culminó con una ceremonia majestuosa y humillante, ni la inquisición se dedicaba a perseguir a los judíos. En el caso que se trate de licencias literarias, por muy divulgativo que sea un ensayo creo que se deberían usar con más cuidado. Las hay bellísimas en los primeros párrafos de cada capítulo, siempre son atractivas y con fuerza inmersiva: la autora se sirve de la coronación de Federico III (capítulo 1), el caballo Sforza de Leonardo (3) o el viaje de Lutero a Roma (9), e incluye valoraciones muy interesantes sobre el matrimonio Arnolfini (2), los apartamentos Borgia en el Vaticano (4) o los “avatares del Cortesano”, que diría Burke (19). El problema del mejunje es que lo mismo habla de sexo que de armas con la misma superficialidad, por lo que cuando no tienes una base de alguno de los temas que aborda las referencias te parecen tan toscas que no acabas de encontrar qué sentido tienen. Hay varias descripciones de batallas que se hacen muy aburridas, y algunas semblanzas de personajes trazadas con una superficialidad desprovista de significado. Cubriendo tantos personajes y acontecimientos, uno se maravilla de que un libro pueda resultar aburrido. Quizá su principal mérito es que invita a leer más. Siembra la semilla, o te obliga a buscar para desmentir. 

domingo, 18 de julio de 2021

SPACAT2021 (13) – COM S’HA EXPLICAT LA GUERRA CIVIL (I)

 

Què pot haver provocat que la guerra civil espanyola hagi estat –amb uns 30.000 títols- un dels temes més estudiats de la història? Primer de tot que, un cop ja acabada, va continuar enfrontant sobre el paper els victoriosos i els exiliats.  Les opinions dividides sobre les raons de la derrota van debilitar la veu col·lectiva dels vençuts, però el debat sobre les responsabilitats que els separava va aportar un allau de records i memòries. En tant es pot considerar camp de proves de noves maneres de fer la guerra que després s'aplicarien sistemàticament durant la II Guerra Mundial, podria ser considerada el seu preludi i la formació dels blocs que combatrien està íntimament lligat amb el que havia passat a Espanya. De fet, la intervenció internacional en favor d’uns o altres va provocar posicionaments i debats arreu del món, potser empentats pel prestigi de la cultura espanyola del primer terç del segle XX, i el tema va entrar en tots els cenacles. A més, la llarga vida del franquisme va necessitar de la fidelitat d’uns sectors socials que per oportunisme, creença fidel o circumstàncies, van compartir la seva sort amb el règim, i els records de la guerra servien per refermar la seva vacil·lant lleialtat en una espècie de “pacte de sang” que obligava a mantenir viu el record. També pot explicar la importància del tema el fet que el conflicte es va convertir en un símbol que copsava les il·lusions democràtiques i revolucionàries de l’opinió pública internacional, adquirint una importància que va marcar una generació.

Per això tants escriptors britànics (Auden, Stephen Spender, Christopher Isherwood) s’hi van comprometre: John Cornford i Julian Bell, que coquetejaven amb el comunisme a la Universitat de Cambridge malgrat pertànyer a l’alta burgesia britànica, moririen en combat, i George Orwell escriuria després Homenatge a Catalunya. La fotografia “Muerte de un Miliciano” que Robert Cappa va fer a Cerro Muriano (Còrdova) i va publicar a Life va sensibilitzar l’opinió pública nord-americana. Ernst Hemingway, que va estar a la península com a corresponsal, escriuria For whom the bell tolls, i molts dels escriptors francesos que assistirien al Congrés Internacional per a la Defensa de la Cultura que es va celebrar a València (1937) s’implicarien en les operacions de guerra: és el cas d’André Malraux, que participaria en 65 operacions aèries, seria ferit en dues ocasions, i escriuria “L’espoir”. La guerra inspiraria també el Guernica de Picasso –que s’exposaria al costat del cartell de Miró Aidez l’Espagne en el pavelló espanyol que Josep Lluís Sert va construir per a l’Exposició Internacional de París de 1937- i novel·les com Los grandes cementerios bajo la luna de Georges Bernanos, o “El laberinto mágico” de Max Aub.

Malgrat tantes fonts, la guerra presenta molts problemes per al seu estudi: el desig generalitzat d’assegurar-se una transició pacífica a la democràcia va impulsar un tàcit “pacte de l’oblit”, una espècie d’acord consistent a renunciar a qualsevol ajustament de comptes després de la mort del dictador. És més: la derrota de l’Eix i la captura pels aliats dels seus arxius va facilitar la tasca dels investigadors, però la pervivència de la dictadura franquista va permetre mantenir-los tancats i expurgar-los... la durada del règim també va consolidar un discurs sobre el seu passat que encara plana i omple de tòpics la història de la guerra civil. Amb la propaganda, el franquisme va aniquilar la història com a disciplina acadèmica: amb els grans intel·lectuals a l’exili, la història va caure en mans d’estrangers.

John Cornford, que era descendent de Darwin, i Julian Bell, nebot de Virginia Wolf

LA GUERRA SEGONS EL PRIMER FRANQUISME: UNA “GESTA HEROICA”. Per esborrar la seva vinculació amb els feixismes i aconseguir el vistiplau aliat, el franquisme va presentar Franco com una espècie de clarivident enemic del comunisme. Les elits occidentals de la Guerra Freda aviat van oblidar que havia lluitat contra el liberalisme i la democràcia parlamentària i van destacar el seu paper de baluard de la defensa occidental contra l’amenaça soviètica. Aquest és el missatge que mobilitza Luís de Galingosa quan escriu el 1956 Centinela de Occidente. Semblanza y biografía de Francisco Franco. En els llibres d’aquest període es deia que la república havia estat il·legítima perquè havia nascut d’un falsejament electoral (perquè van ser més votades les candidatures monàrquiques l’abril de 1931) i perquè havia establert una constitució excloent. Deien que el desordre legal de la primavera de 1936 havia sumit el país en el terror revolucionari i l’anarquia i que, per tant, la insurrecció no va ser un cop, sinó un acte voluntari d’afirmació política del poble espanyol, un “plebiscit armat”, una croada per salvar el cristianisme.

LA GUERRA SEGONS EL SEGON FRANQUISME: “UNA BOGERIA TRÀGICA”. Quan el franquisme va comprovar que els vells discursos que apel·laven a la victòria ja no servien per legitimar el règim, l’apertura tecnocràtica va inspirar un canvi de discurs. És en aquest moment que Manuel Fraga des del Ministeri d’Informació i Turisme va obrir un segon moment historiogràfic que va abandonar la presentació de la guerra com a “gesta heroica” per abraçar la seva interpretació com una “bogeria tràgica”. Es va començar a fer servir l’expressió “guerra d’Espanya” per superar el de “guerra d’alliberament”, en una concepció igualment dualista, però que concebia la guerra com una tragèdia vergonyant i vergonyosa. El màxim exponent d’aquesta tendència va ser el cinema de reconciliació: Tierra de todos (Antonio Isasi Isasmendi, 1961) mostrava un soldat de cada bàndol que quedaven aïllats plegats i, malgrat el seu odi, es veien obligats per les circumstàncies a pernoctar i descobrir-se, assistint junts en un part, al final de la pel·lícula, enmig d’una mortífera batalla... una nova Espanya! És solament un exemple de com s’intentaven superar odis i rancúnies, i assumir una lectura moral compartida que renunciava a la inculpació aliena per a reconèixer la culpabilitat col·lectiva del comportament brutal dels espanyols. Per publicitar aquesta visió del conflicte, Fraga va crear dins del ministeri una “secció d’estudis de la guerra d’Espanya” i va posar-hi al capdavant Ricardo de la Cierva. És en aquest context que la novel·la de Josep Maria de Gironella “Los cipreses creen en Dios” (Planeta, 1963), la primera que mostrava l’existència de republicans honestos, aconseguia el Premi Nacional de Literatura. En les seves seqüeles, “Un millón de muertos” i “Ha estallado la paz”, també es definia la guerra com una catàstrofe.

S’ha dit que la creació d’aquest centre d’estudis podria ser una resposta a l’èxit obtingut per la nova editorial Ruedo Ibérico, fundada a París per José Martínez, que el 1965 començava a editar amb Fernando Cludín i Jorge Semprún la revista Cuadernos de Ruedo Ibérico. Hugh Thomas també va colpejar el relat tendenciós que tenia el règim: construït amb entrevistes als protagonistes, literatura testimonial, fonts hemerogràfiques i alguna primera consulta en algun arxiu espanyol, el seu llibre –que entrava de contraban- va convertir la guerra en el resultat d’accions i omissions de personatges i partits, i no com un fenomen exigit per l’evolució orgànica d’estructures històriques anònimes. Un altre cop demolidor a la propaganda del règim va ser la publicació per Herbert R. Soutworth d’El mito de la cruzada de Franco.


LA INTERPRETACIÓ (LIBERAL) DELS HISPANISTES. Els darrers llibres citats ja mostraven que la història havia caigut en mans d’estrangers, sobre tot anglosaxons que tenien accés a les publicacions republicanes a l’exili, i a les col·leccions hemerogràfiques dels anys trenta. L’antecedent il·lustre havia estat Gerald Brenan, que havia viscut “al sur de Granada” i havia comprès que la guerra havia estat –més que un episodi local de lluita mundial entre feixisme i comunisme- un assumpte essencialment espanyol lligat a la qüestió agrària i solament comprensible en funció de l’evolució anterior del país. “El laberint espanyol” (1943) explicita l’oposició de l’oligarquia terratinent a la república i al seu projecte de reforma agrària com a causa immediata de la guerra.

La lectura dels hispanistes, però, seria més política que social: el manual de Raymond Carr, successivament reeditat des de 1966, veia el desastre com una fallida més del intents del liberalisme espanyol per a trencar la força de la vella oligarquia terratinent amb l’objectiu de modernitzar política i econòmicament el país. D’aquest període daten visions molt liberals, fins i tot progressistes, com la de Gabriel Jackson (The Spanish Republic and the Civil War, 1967), o algunes sincerament reaccionàries: és el cas del gal·lès Burnett Bolloten, consagrat a estudiar el presumpte silenciament, en interès de la URSS, de la revolució impulsada pels comunistes a Espanya. El seu llibre, The Grand Camouflage (1961), es va anar reeditant fins arribar al 1991 amb el títol The Spanish Civil War: Revolution and Counterrevolution (1991). En el capítol 1 justifica el títol inicial: “aunque el estallido de la guerra civil española fue seguido por una amplia revolución social en la zona antifranquista (más profunda en algunos aspectos que la revolución bolechvique) millones de personas de criterio que vivían fuera de España fueron mantenidas en la más completa ignorancia (…) gracias a una política de duplicidad y disimulo de la que no existe paralelo en la historia (…) los más destacados en la práctica de este engaño al mundo entero y de desfigurar dentro de la propia España el verdadero carácter de la revolución fueron los comunistas”. El llibre no explica per què les esquerres van amagar aquesta revolució comunista, justament perquè el van fer va ser el contrari: intentar aturar-la. Bolloteen desenvolupa la teoria de que el presumpte assalt al poder pels comunistes constituïa un assaig de la proclamació de les democràcies populars el 1945; es la teoria de la “Tercera república” que els espanyols no van votar. El llibre va ser instrumentalitzat pel règim franquista: la dictadura entorpia la publicació dels hispanistes, i encara el 1970 la censura havia prohibit i retirat de la circulació “El Banco de España, una historia econòmica” perquè una col·laboració de Juan Sardà sobre l’economia espanyola del segon terç del segle concloïa que l’or lliurat a Moscou s’havia “gastat en la seva totalitat”.

domingo, 9 de mayo de 2021

SPACAT2021 (12B) – CAP A FEBRER’36... I EL COP!

 

De Javier.ainet - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15293971

La repressió de la revolució d’octubre també va deixar tocat el govern Lerroux, perquè encara que l’entrada dels ministres de la CEDA podia donar-li certa estabilitat, la presa de decisions dins d’aquell govern no seria fàcil. Un primer ministre d’agricultura de la CEDA, Manuel Giménez Fernández, va mostrar sensibilitat pels problemes dels camperols i la justícia social, però aviat va haver de dimitir per pressions dels propietaris, tota una campanya contra ell que el criticava com si fos un “bolxevic blanc”. Un dels seus successors en el càrrec, el latifundista Nicasio Velayos Velayos, va expulsar milers de famílies de les terres que conreaven i va presentar una reforma de la llei agrària que suprimia les expropiacions. La CEDA també va presentar una proposta de reforma constitucional sense gaire acord amb els radicals que l’acompanyaven en el govern: suggerien retallar autonomies, anul·lar el principi de socialització de la propietat privada, escollir un senat com a segona cambra i reformar els articles laics... la comissió encarregada de discutir-la va ser un galimaties. Un tercer tema d’enfrontament va ser la pròpia repressió: encara que es van acomplir dues de les 17 penes de mort dictades pels fets d’Octubre, quan el president de la república va commutar la pena de mort a dos dirigents socialistes (1935) alguns dels ministres de la CEDA –que reclamava sentències més dures- van dimitir. Aquesta crisi de govern va precipitar les eleccions de febrer de 1936.

 

Santiago Casares Quiroga, 
president del govern 
(maig a juliol'36)

El resultat va ser una important victòria d’esquerres, la situació política tornava a fer un gir. Segur que hi van influir l’empitjorament de la situació del proletariat amb el progressiu impacte del crack, i l’efecte psicològic de la repressió d’Octubre, mitificada quan la campanya electoral va retornar la llibertat de premsa. En plena inflació, la premsa s’omple de notícies sobre els escàndols de corrupció del govern Lerroux. Que Izquierda Republicana s’havia convertit en un fenomen de masses ja ho havien demostrat els mítings de Mestalla (100.000 persones el 26-5-1935), Baracaldo (14-7-1935) i Comilla (200.000 el 20-10-1935); però les reunions militars van fer córrer rumors que anunciaven la trama d’un pronunciament també devien contribuir. L’aliança estratègica del partit d’Azaña amb l’esquerra galleguista, els socialistes, la UGT, el PCE, el POUM i el partit sindicalista d’Àngel Pestaña va concentrar el vot de tal manera que la victòria va estar prou segura.

 De seguida que es va establir al poder, el Front Popular va desplegar un munt de mesures que considera urgents per a restablir l’ordre republicà: l’amnistia política, clamorosament exigida en noves manifestacions espontànies d’alegria popular, va beneficiar 30.000 presos; es va reposar Companys, la Generalitat, l’Estatut i el nivell d’autogovern anterior a 1934; van entrar a les corts per a seva discussió l’estatut basc (que s’aprovaria l’octubre, ja començada la guerra) i el gallec; es va publicar un decret de readmissió dels treballadors acomiadats per les represàlies polítiques durant la revolució d’octubre i es van impulsar les mesures encaminades a restaurar els projectes reformistes alterats durant el segon bienni. Així va passar amb la reforma agrària: en 4 mesos es van ocupar 232.199 Ha i es van assentar 71.919 colons, molts més que en tot el període de vigència de la llei. Es va començar a estudiar un augment progressiu dels impostos sobre la riquesa rústica (que gravaria la concentració de propietat) i el rescat dels béns comunals dels municipis  (una des-desamortització que volia revisar l’espoli municipal del segle XIX). I també es va allunyar de la capital, mitjançant noves destinacions, dels comandaments militars considerats proclius al cop: Goded a Balears, Franco a Canàries, Mola a Pamplona. Potser ja era tard, perquè el cop s’havia posat en marxa.

 


El problema d’aquest cop és que la propaganda franquista, repetida durant tants anys, ha deixat una imatge del cop com un “plebiscit armat” contra una “revolució en marxa” després d’una “primavera revolucionària” que hauria obligat l’exèrcit a posar-se unànimement en marxa per evitar la deriva del país cap a un comunisme exterminador. La visió del cop està plena de tòpics que tenen ben poc a veure amb la realitat... Per començar, el cop no va ser una operació organitzada per tot l’exèrcit, sinó pels africanistes i els sectors més conservadors, reunits en la UME, la Unión Militar Española. De fet, dos de cada tres generals no hi van col·laborar: els colpistes van ser, amb prou feines, 4 dels 14 generals de divisió que hi havia, i 20 dels 58 generals de brigada. Tampoc no hi va col·laborar el 70% dels coronels i tinents coronels. És cert que va tenir molt més èxit entre tinents i capitans, però els colpistes van haver de construir un discurs que desqualificava els militars que es van mantenir fidels a la república com si fossin una minoria, i aquest discurs va triomfar perquè encaixava amb l’antimilitarisme dels sectors més arrauxats de l’esquerra, que el repetien amb delit. Molts dels que van participar havien cedit després de votacions en les sales de banderes de les casernes: a la de Sant Andreu, per exemple, el comandant Guillermo Reinlein (el seu fill fundaria la UMD el 1974) es va unir per quedar en minoria i, empresonat a Montjuïc quan el cop va fracassar a Barcelona, es va salvar pel seu passat conspirador contra el rei (i hauria d’anar a la División Azul per fer-se perdonar)...

Tampoc no és una conxorxa estrictament militar. La importància de la trama militar no ens pot fer oblidar que hi havia una important trama civil, que és principalment monàrquica i estava liderada per Calvo Sotelo. El model era Grècia, on el 1935 els generals Metaxas i Konditis havien enderrocat el republicà Tsaldris per forçar el retorn de Jordi II. Els qui traslladen Franco de Canàries al Marroc –amb l’avió que Ignacio Luca de Tena, propietari de l’ABC, encarrega llogar al seu corresponsal a Londres, Luis Bolín, els qui firmaran els contractes d’aprovisionament d’armes a Itàlia, i l’aval del financer mallorquí Juan March en son un exemple.

 Tampoc no va ser un cop domèstic. Els contractes italians demostren que Mussolini està molt implicat des de 1933, però les sancions imposades per la SDN amb motiu de la invasió d’Etiòpia aturen la seva importància fins que, superades les friccions per Àustria i fixada l’amistat amb Alemanya, Mussolini pot tornar a concentrar-se en la Mediterrània. Calvo Sotelo arriba a justificar el dictador italià en un article a La Nación: i és que les estretes relacions amb el Duce van permetre la signatura amb fabricants italians d’armament dels contractes que, segons Ángel Viñas, rondarien els 40 milions de lires (uns 34 milions d’euros d’avui). Per això Pablo Gil Vico diu que “no se iba a la Vicalvarada”.

No hi ha cap participació de l’església en el disseny del cop: el problema religiós no sembla motor del cop, no es va fer servir com a propaganda fins setmanes després. No sembla clar quin projecte tenien, sembla que Mola pensava en una dictadura republicana, que –controlat Madrid, dissoltes les corts, suspesa la constitució- jutjarien els polítics. Però, sense suport de tot l’exèrcit, el cap d’estat o les forces de seguretat, com el 1923, la recerca de suports polítics i financers feia difícil fixar el projecte. Mola necessitava els carlins (que preferien la monarquia tradicional al retorn dels Borbons), i per això no es va concretar la forma d’estat.

 No és cert que el cop va ser una reacció a l’assassinat de Calvo Sotelo, el 17 de juliol de 1936. La trama s’havia posat en marxa ja en el moment en que va guanyar les eleccions el Front Popular i la seva organització va ser molt primerenca. Ja aquells dies de febrer Gil Robles pressionava Manuel Portela Valladares per declarar l’estat de guerra i evitar la presa de possessió, igual que Franco va fer amb Alcalà Zamora. Però el president del govern, del partit radical, va demanar Alcalà Zamora el nomenament d’Azaña com a president en funcions per accelerar la segona volta. Va ser en aquest context que el nou govern d’Izquierda republicana va destinar lluny Goded (Balears), Franco (Canàries) i Mola (Pamplona).

 

Tampoc no és cert que els presumptes disturbis esdevinguts durant aquella primavera fossin el motor del cop, amb prou feines una excusa exagerada per a justificar-lo.  S’intenta parlar d’aquell moment com una “revolució en marxa” estenia el “terror roig” amb el vistiplau del govern. Per començar hem de dir que les xifres denunciades al parlament per Calvo Sotelo i Gil-Robles, de febrer a abril, van ser exagerades. En un famós discurs, van fer un inventari dels mesos de febrer, març i abril: 163 seus polítiques i domicilis particulars havien estat assaltats, 106 esglésies cremades, 11 vagues generals, 169 motins, 39 tirotejos, 85 agressions, 24 atracaments. El balanç d’aquesta violència ascendia a 345 ferits i 74 morts. Ni les fonts provinents dels governs civils, ni registres de la guàrdia civil, ni la pròpia premsa permeten contrastar aquestes dades, i això fa pensar en la presumpta existència d’una estratègia de desestabilització que combina pistolers falangistes amb discursos catastrofistes dels diputats ultres, que no sabem fins a quin punt és una pinça conscient/preparada. L’anècdota per la que Azaña, quan Niceto Alcalà-Zamora li parlava d’unes presumptes violacions, li responia “¿Y qué tiene que ver el triunfo electoral de las izquierdas, con el virgo de las mozas de Jumilla?”, sembla insinuar que s’atribuïen a la responsabilitat política del govern crims que poc hi tenien a veure (si és que existien).

És més: el recompte de les víctimes de la violència política durant la primavera’36 desmenteix la inhibició del govern (la majoria van estar per la duresa repressiva de l’estat republicà contra la mobilització popular, obrera, camperola i sindical que desplegava un ample repertori intimidatori contra propietaris i institucions en forma de vagues, manifestacions o iconoclàstia). Rafael Cruz va observar la contradicció dels qui acusen de despotisme la república alhora que denuncien la seva debilitat per mantenir l’ordre al carrer.

Tampoc no permet parlar de cap “revolució en marxa” ni “terror roig” el fet que en aquesta violència no es pot advertir cap dinàmica d’extermini o assassinats d’enemics de classe: hi va haver més empresaris assassinats durant el pistolerisme (i en aquell moment la situació es va resoldre amb una dictadura convencional); de fet hi van haver tan poques víctimes entre la gent d’ordre que Calvo Sotelo en seria, gairebé, l’excepció.

sábado, 1 de mayo de 2021

SPACAT2021 (12A) – LES CONSEQÜÈNCIES D’OCTUBRE’34

Guardia civiles custodiando prisioneros de la huelga  en Brañosera (Palencia)

Per tal de reprimir la revolta, el govern va enviar la Legió, comandada pel general Franco, des del front colonial africà. La resistència dels prop de 30.000 miners asturians va perllongar-se durant deu dies i va anar acompanyada d’una terrible repressió. Més de mil minaires van morir en la revolució asturiana en execucions sumaríssimes. A Catalunya, l’estat català proclamat per Companys a l’espera del triomf de la vaga general va durar 10 hores: sense el suport de la CNT ni massa interès per la població, l’exèrcit va poder ocupar ràpidament els punts neuràlgics de Barcelona sota el comandament del general Batet després de quatre canonades i alguna resistència per part d’un grup nacionalista a les Rambles. Els caps de la revolta, encapçalats pel president Companys, van ser empresonats al vaixell Uruguay; també ho serien els alcaldes i regidors que havien donat suport a la insurrecció i els dirigents més destacats dels partits i els sindicats d’esquerres.

La Revolució d’Octubre (els Fets d’Octubre a Catalunya) constitueixen un tema historiogràficament molt polèmic. Encara podem trobar circulant una interpretació conservadora molt barroera, que hi veu una revolta bolxevic per instal·lar-hi el GULAG, i acusa PSOE i ERC d’haver iniciat aquí –com diu l’historietògraf Pío Moa- la guerra civil. Aquesta visió carrega especialment les tintes contra Francisco Largo Caballero, que presidia el PSOE en aquell moment i era, alhora, secretari general.

- La definició d’aquest sector del PSOE com a radicalitzat va néixer de la propaganda franquista posterior, i encara la defensava durant la Transició Andrés de Blas (1978) quan veia en Prieto un sector més reformista/moderat contra el qui Largo defensava impugnar la democràcia per caminar cap al socialisme, en una “revisió leninista”. 

-  De manera semblant s’expressava Marta Bizcarrondo (1975):  deia que havia estat un convers sincer al socialisme revolucionari que demana la inclusió en el programa del PSOE de la dictadura del proletariat, però –contradictòriament- alhora li criticava “falta de pes teòric marxista”.

-          Aquesta paradoxa també es podia trobar en un llibre que Santos Juliá (1977) va dedicar a “La izquierda del PSOE”: hi veia un reformista de discurs maximalista amb praxis no adequada a la radicalitat que s’afirmava.

Malgrat constatar la incoherència entre discurs i pràctica política, el tòpic de Largo Caballero com un “Lenin espanyol” ha arribat fins avui, i explica el tracte desconsiderat que li ha dispensat recentment, no sense polèmica, l’ajuntament de Madrid. De la radicalitat dels discursos que es prenen com a font per a dissenyar aquesta imatge intolerant no hi ha dubte: El Socialista en recollia un el 9-11-1933 en el què –després d’un retret per defensar la dictadura del proletariat- Largo responia “Pero ¿es que vivimos en una democracia? Pues ¿qué hay hoy, más que una dictadura de burgueses? Se nos ataca porque vamos contra la propiedad. Efectivamente. Vamos a echar abajo el régimen de propiedad privada. No ocultamos que vamos a la revolución social. (…) Dudo que se pueda conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso, camaradas habrá que obtenerlo por la violència”. Una altra cosa és el que significa la “dictadura del proletariat”, un concepte marxista que es refereix al monopoli del poder amb què el proletariat havia de respondre al mateix monopoli per part de la burgesia que es vivia a Occident (i que no era un règim tirànic). Hem de vigilar no aplicar amb presentisme el que nosaltres sabem que acabarà estant la URSS amb el que presumptament defensava l’esquerra dels anys trenta...

És més: prendre al peu de la lletra la retòrica electoral ens obligaria a fer el mateix amb altres partits, i la CEDA no sortiria massa ben parada. Per si fos poc, buidar els discursos ens permetria trobar referències a les mesures impulsades per Largo Caballero com a ministre de treball, defensades ja en aquell moment per la OIT, que no són les polítiques pròpies de cap radical. El destí de la Rotes Wien també omple els seus discursos i els analistes les menystenen perquè farien comprensible el procés de radicalització que viuen els sectors més joves i dinàmics del PSOE.

 

Aquesta visió més socialdemòcrata és la que va defensar el professor Julio Aróstegui en la biografia que va escriure de Largo Caballero: aprofitant que el PSOE era un partit tan democràtic que es pot fer una exegesi profunda de les actes de les reunions (on es feien constar totes les posicions i debats), va donar-li menys importància als discursos i la premsa. Apareix un personatge menys carismàtic, que es remet contínuament a la classe i al partit, molt poc dogmàtic, més proper a Pablo Iglesias que a cap ínfula comunista, i que –fent de mitjancer entre militància i jerarquia del partit- participava de la necessitat de “fer alguna cosa” davant l’ascens del feixisme. Les diferències amb Indalecio Prieto no serien ideològiques, sinó sobre quins partits havia de pactar el PSOE en el seu camí cap al socialisme: amb els republicans (com deia Prieto) o amb l’esquerra (com deia Largo)?. Aróstegui no nega, però, la deficient organització de la vaga general de 1934 i, lluny de justificar-la, la veu com un greu error polític; però això no vol dir que l’esquerra hagi canviat massa en la interpretació d’Octubre de 1934.

Des de l’esquerra s’ha volgut veure en el moviment una defensa desesperada de la República violada per la dreta malgrat que es va posar en marxa quan encara els ministres de la CEDA convidats a entrar en el govern Lerroux encara no havien signat ni un paper. Es justifica aquesta interpretació amb la intensitat creixent dels discursos de Gil Robles, que ja el 29-11-1933 havia anunciat que les dretes havien de preparar-se per a prendre el poder. “¿Cuando? Cuando se pueda. ¿Con qué régimen? Con el que sea”.

-          Manuel López Esteve ha volgut veure-hi també la resposta a la “guerra social” desencadenada per un govern que encara no havia canviat les lleis però sí les condicions de vida dels obrers i els camperols: el febrer de 1934 havia ordenat abandonar les ocupacions provisionals i els ministre de Governació Rafael Salazar Alsonso va declarar la collita un “servei nacional”.

-          Ja hem parlat de la consigna “abans Viena que Berlín”, traduïble per “millor rebelar-se que esperar assegut el degollament”. Per entendre Octubre’34 caldria afegir que els esdeveniments de França van obrir la possibilitat de resistència de la societat civil contra el feixisme: quan les Lligues reaccionàries i parafeixistes de la Croix-de-Feu, Action Française i les Jeunesses Patriotes van convocar manifestacions conjuntes que volien fer caure el govern, les forces de seguretat hi van plantar cara en violents enfrontaments que es van saldar amb 17 morts i més de 2.000 ferits. La dreta parlamentària havia demanat la dimissió del govern i l’esquerra –interpretant l’estratègia com un complot feixista- va convocar una contra-manifestació (9 de febrer) que –a més de postergar l’amenaça- va permetre, de la mà de la barreja de comitives sindicals, els primer contactes entre partits i sindicats per a construir el Front Popular que guanyaria les eleccions a França. L’exemple d’una societat civil aturant el feixisme, devia esperonar també un “hem de fer alguna cosa” entre els sectors més arrauxats del moviment obrer espanyol.

LES CONSEQÜÈNCIES DE LA REVOLUCIÓ D’OCTUBRE. Dels dos milers de víctimes, 1700 van ser minaires caiguts en combat, la resta forces de l’ordre. Milers d’acomiadats per participar en la revolta i 30.000 detinguts van marcar l’actualitat del país durant el següents mesos. El balanç a Catalunya va ser també demolidor: Companys i els seus consellers van ser condemnats a trenta anys de presó; l’estatut de 1932 i la Generalitat van quedar suspesos (malgrat que la dreta demanava derogar-los). Fins i tot Azaña –que es trobava a Barcelona per assistir al funeral de Jaume Carner, el seu antic ministre d’Hisenda- va ser detingut, i això –després de publicar “Mi rebelión en Barcelona”- va disparar el seu prestigi. El seu nou partit, Izquierda Republicana, celebrarà grans mitings massius radiats i a l’aire lliure: Mestalla a València, Baracaldo a Biscaia i el Camp de Comillas a Madrid (1935).

L’exèrcit es va sentir desairat perquè esperava penes de mort (i el president de la República va commutar les poques que es van dictar). Per això Franco es retraurà sempre a 1934 quan dicti la seva justícia sumaríssima. La dreta va sentir confirmades les seves sospites: els obrers busquen la revolució, els republicans són dèbils per aturar-los i, com els fets semblaven demostrar, l’única salvació havia de ser l’exèrcit. Això explica un discurs posterior de Calvo Sotelo: “el Ejército es el mismo honor de España. El señor Azaña decía que el Ejército no es más que el brazo armado de la Patria. Falso, absurdo, sofístico: el Ejército se ha visto ahora que es mucho más; no diré que sea el cerebro, porque no debe serlo, pero es mucho más que el brazo, es la columna vertebral, y si se quiebra, si se dobla, si cruje, se quiebra, se dobla o cruje con él España”.

Per la seva banda, l’esquerra, conscient de que la revolució no els permetria arribar al poder, va optar per la coalició electoral, una aliança estratègica que acordava un govern de republicans amb suport extern del PSOE i altres partits. José Luis Martín Ramos troba en el context internacional el camí cap al Front Popular: per una banda la sortida de Hitler de la SDN havia pressionat la URSS a demanar un sistema de seguretat col·lectiva i, seguint el model que a França demanen les bases d’esquerra, la III Internacional suggeria als partits comunistes buscar l’aliança amb liberals, burgesos i socialdemòcrates. Tant Viena com Astúries demostraven que la revolució era inviable, i calien aliances transversals interclassistes per aturar el feixisme. Així doncs, no es pot dir que el Front Popular era cap “cavall de Troia” del comunisme, sinó una tàctica de lluita antifeixista. Llistes, candidatures i programa mostren hegemonia no obrera en el si de la coalició: abolició pena de mort, sistema fiscal progressiu, sancions a la patronal si incompleix legislació laboral, o seguretat social, eren recomanacions coetànies expressades per l’OIT.

La repressió de la revolució d’octubre també va deixar tocat el govern Lerroux, perquè encara que l’entrada dels ministres de la CEDA podia donar-li certa estabilitat, la presa de decisions dins d’aquell govern no seria fàcil.


domingo, 25 de abril de 2021

SPACAT2021 (11) – EL CANVI D'ORIENTACIÓ DE LA REPÚBLICA


L’OPOSICIÓ A LES REFORMES. Les reformes desplegades durant el primer bienni no solament van despertar la fina crítica dels intel·lectuals i les dels partits de dretes que defensaven els interessos de monàrquics, tradicionalistes o grans propietaris. També van sorgir noves formes d’oposició, com les Juntes d’Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), que amagaven darrera del jou i les fletxes dels Reis Catòlics un programa anti-liberal, anti-marxista, anti-semita i imperialista, o la Falange Espanyola que presentava el fill del dictador al Teatre de la Comèdia de Madrid el dia que s’acomplien 11 anys de la Marxa sobre Roma que havia dut Mussolini al poder: José Antonio Primo de Rivera defensava un programa polític de 26 punts (un mes dels que havia defensat Hitler el 1920) que semblava definir un projecte de tercera via: repudiava tant el marxisme com el capitalisme per a inspirar una voluntat d’imperi i –sorprenentment- defensava la reforma agrària radical i la nacionalització de la banca.  El mateix José Antonio deia que el feixisme era una fe “ni de derechas, que en el fondo aspira a conservarlo todo, incluso lo injusto, ni de izquierdas, que aspira a destruirlo todo, hasta lo Bueno”. Aquesta verborrea i l’escassa projecció electoral del partit han permès la falangística més irredempta identificar José Antonio com “el creador d’una doctrina original”, malgrat que els 26 punts són la típica barreja inconsistent de confosos principis que, en l’inici dels feixismes, atrau votants de tot arreu. Falange tindria, però, escàs resò: l’oposició de dretes més influent es va organitzar entorn de la CEDA, la Confederació Espanyola de Dretes Autònomes, que –englobant agraris, monàrquics i tradicionalistes- amb prou feines van poder redactar un programa comú de mínims basat en la revisió de la constitució i les reformes (sobre tot les laïcistes), l’aturada de la reforma agrària i l’amnistia per als participants de la Sanjurjada. 

Lentitud i moderació de la reforma agrària també va impulsar l’oposició a l’esquerra: la CNT va inspirar dures vagues rurals molt violentes: a Castillblanco (Badajoz) a finals de 1931, a Armedo (Logronyo, el gener de 1932, amb 7 manifestants morts), a Castelar de Santiago (Ciudad Real, el desembre de 1932)... Però potser els successos de Casasviejas (gener de 1933) són els més coneguts perquè provocarien la caiguda del govern Azaña. En aquesta població gaditana quatre de cada cinc obrers estava en atur permanent, i en meitat d’una vaga es va assaltar una caserna i es van assassinar dos guàrdies civils. L’expedició de resposta per part de la guàrdia d’assalt va arrencar d’alguns detinguts sospites dels fills de Francisco Cruz Gutiérrez, àlies Seisdedos, un carboner de 72 anys que s’havia refugiat en una vella casa i –quan van provar de forçar la porta- va disparar i matar un agent. Es va decidir cremar la casa perquè sortíssin, i sis persones van morir calcinades. El periodista Ramón J. Sender va suggerir més tard que s’havien assassinat a posteriori altres sospitosos i la polèmica va arribar amb duresa a la premsa. La dreta va aprofitar la tragèdia per desgastar el govern; Azaña va haver de declarar com a testimoni en el judici contra el capità responsable de la desmesurada repressió. Alcalá Zamora va decidir convocar eleccions.

Les eleccions de novembre de 1933 les van guanyar la CEDA (115 diputats) i el Partit Radical (102); l’esquerra es va enfonsar. Encara que s’ha vinculat aquest resultat a la primera participació femenina en la votació, presumptament conservadora per influència de l’església, aquest argument no acaba de quadrar perquè en les eleccions posteriors també van participar les dones i va guanyar l’esquerra. També s’ha suggerint que l’abstenció que va recomanar la CNT per a castigar els partits del govern podria haver estat decisiva, tot i que el desengany davant la moderació i la lenta aplicació de les reformes podria haver desmobilitzat molts més votants que els anarco-sindicalites. Del que no hi ha dubte és que la desunió de l’esquerra va facilitar la victòria de la dreta que es presentava estratègicament unida, i que aquesta victòria va inaugurar el BIENNI RADICAL-CEDISTA (11/1933 a 2/1936). Alcalá Zamora va encarregar formar govern a Lerroux, en tant la CEDA no havia fet una declaració solemne d’adhesió republicana. Lerroux va aconseguir el suport de la CEDA: el primer va justificar governar amb el seu suport extern com a via per a incorporar la dreta catòlica a la república, la CEDA com la millor manera per acostar-se al poder i poder reformar la constitució. Això seria, per a Gil Robles, el primer pas d’una estratègia en tres passos per a arribar al govern.

AQUEST POLÈMIC BIENNI (per a uns “bienni negre”, per a d’altres “rectificador”) donaria a la vida pública oficial un to molt conservador, i es pot subdividir en dues etapes separades per la revolució d’octubre de 1934: en la primera el Partit Radical governa amb suport extern de la CEDA, i des d’octubre de 1934 amb la CEDA dins del govern. La principal característica del període és la reforma de la tasca reformadora del bienni anterior. La paralització de la reforma agrària va crear focus de tensió a Andalusia i Extremadura, i sense política econòmica expansiva l’impacte del crack de 1929 va fer augmentar l’atur. Al conflicte social, que anava fent més violentes les alteracions de l’ordre públic perquè l’actuació del govern va sembrar la desconfiança de les classes treballadores, cal sumar el conflicte polític que van significar les tensions entre el govern central i el País Basc, i amb el govern de la Generalitat.

En matèria religiosa, la nova aliança del govern amb l’església li va permetre reobrir les escoles parroquials i emprendre de nou l’ensenyament. El clergat va tornar a cobrar el sou de l’estat, es van suprimir les normes laïcistes del primer bienni (com el matrimoni civil i el divorci) i es van aturar les expropiacions als ordes religiosos. Pel que fa al problema militar, quan Gil Robles arribi a Ministre (5/1935) es va polititzar l’exèrcit amb l’augment del pressupost i les promocions d’alguns militars africanistes (Franco arriba a cap de l’Estat Major Central i Mola a Comandant Militar del Marroc). Es pot dir que les concessions volien rebaixar la tensió sorgida en el si de l’exèrcit per les reformes d’Azaña, però s’haurà de reconèixer que també van posar les bases de la futura conspiració. Finalment, pel que fa al problema agrari, la participació del Partit Agrari en la CEDA va obligar a aturar la reforma: es van reduir el nombre de terres expropiables, es va suprimir l’inventari de finques, base de l’IRA, i es van anul·lar les expropiacions previstes sense indemnització. A més, en limitar-se el pressupost de l’IRA els canvis havien de ser tan lents que la previsió de colons feta inicialment hauria trigat 150 anys.

Mentrestant, a Catalunya la Generalitat aprovava la Llei de Contractes de Conreu per a superar la crispació que vivia el camp des que l’arribada de la fil·loxera a finals del s. XIX havia trencat l’estabilitat que venien mantenint des del segle XV els contractes de rabassa morta. La mort de les vinyes va ser aprofitada pels propietaris per a exigir una pujada dels lloguers que pagaven els rabassaires, generant un conflicte latent entre la Unió de Rabassaires (el sindicat que els defensava) i l’Institut Agrícola de Sant Isidre (que reunia els propietaris). Amb la llei es volia facilitar la compra per part dels llogaters que venien treballant els camps des de més de 12 anys ençà posant en valor els lloguers pagats fins aleshores com a part del valor de compra. Defensant els interessos dels propietaris, la Lliga va presentar un recurs contra la llei en el Tribunal de Garanties Constitucionals, que va sentenciar que la llei era inconstitucional i la va anul·lar. En senyal de protesta, els diputats d’ERC van abandonar el Congrés dels Diputats, i els diputats del PNB s’hi van sumar en solidaritat (i perquè el seu projecte estatutari no havia estat aprovat).

El referèndum de l'estatut basc-navarrés va ser el primer cop que van poder votar dones a Espanya; poques setmanes després ho farien en les eleccions generals de 11/1933

Ja el 1931 l’alcalde de Getxo havia proclamat la República, malgrat que el PNB no havia participat en el Pacte de Sant Sebastià; i una assemblea d’ajuntaments bascos i navarresos (del PNB i Carlins) havien redactat una proposta –l’Estatut d’Estella- que havia estat refusat per les corts perquè alguns continguts foralistes, confederals i confessionals els havien semblat de difícil encaix constitucional. Un tercer projecte, conegut com a l’Estatut de les gestores perquè havia estat redactat per unes comissions sorgides de les diputacions provincials (amb socialistes i republicans) havia estat votat el novembre de 1933 amb indiferència del govern radical i dels carlins navarresos. Però com que la població alabesa havia ignorat la votació, el govern central va fer-ho servir d’excusa per evitar debatre’l a les corts. Això va aproximar el PNB a Azaña i el PSOE...

Precisament els sectors més arrauxats d’aquest partit van començar a preparar una vaga revolucionària. La radicalització de l’ala més esquerranosa del socialisme va coincidir amb la crisi del govern central quan un sector del Partit Radical encapçalat per Diego Martínez Barrio –incòmode amb les cessions a la CEDA- va fundar el Partit Radical Democràtic i es va endur amb ell 20 diputats. La dificultat de Lerroux per governar va coincidir amb l’esclat d’un cas de corrupció, que la premsa va batejar com “l’estraperlo” perquè els socis del seu nebot, que venia ruletes falsejades als casinos, es deien Strauss i Pearl. Per resistir al front del govern no li quedava més remei que repenjar-se més en la CEDA, que venia exigint la seva entrada en el govern mentre demanava mà dura a Catalunya, on el parlament acabava d’aprovar de nou una llei molt semblant a la de contractes de conreu que havia estat declarada inconstitucional. Per si fos poc, la política agrària del govern conservador facilitava els desnonaments (amb la fórmula “comed república” que alguns propietaris es ventaven de presumir).

 

És en aquest context que s’entén l’esclat de la REVOLUCIÓ D’OCTUBRE. El conflicte es va desenvolupar en tres escenaris: a les grans ciutats la vaga general (triomfant a les províncies de Biscaia i Guipúscoa, i a Madrid) va punxar en pocs dies per la pèssima planificació. El govern va declarar l’estat de guerra i va mobilitzar l’exèrcit, reduint els focus de vaga. On la vaga revolucionària va adquirir més projecció va a ser a Astúries, con el suport de la CNT va permetre mobilitzar 20.000 minaires que van controlar la conca del Nalón, Gijón i Avilés, van entrar a Oviedo i van proclamar la República Socialista Asturiana. Organitzats en columnes, minaires armats i amb dinamita atacaven casernes, esglésies i ajuntaments, formant un exèrcit que avançava cap a Madrid mentre substituïen els ajuntaments per comitès revolucionaris. Alhora, les autoritats catalanes s’hi sumaven quan Companys anunciava que trencava tota relació amb les “institucions falsejades” i proclamava l’estat català “dins la república federal ibèrica”, convidant a formar un govern provisional a Barcelona.

sábado, 17 de abril de 2021

SPACAT2021 (10B) – PRIMER BIENNI DE LA II REPÚBLICA (JUNY 1931 - NOVEMBRE 1933)


EL PROBLEMA RELIGIÓS seria el més complicat al que s’enfrontaria la República. Hem de pensar que el nombre de religiosos per habitant era el més alt del món després d’Itàlia, i que l’església conservava un ingent poder econòmic: no solament per les propietats que acumulava, sinó perquè s’emportava un percentatge molt alt del pressupost de l’estat. Encara que l’escolarització era inferior al 50% de la població infantil i juvenil, el poder de l’església també es feia valer en el control de l’educació primària (a través de les escoles parroquials) i de la secundària a través dels ordes religiosos. És cert que la visita a Macià per part de l’arquebisbe de Tarragona, Vidal i Barraquer, ens permet reconèixer alguns sectors de la jerarquia catòlica que havien acceptat la república, però l’església havia convidat a votar pels partits monàrquics el 14 d’abril, i el primat, el cardenal Pedro Segura, i l’arquebisbe de Tarazona, Gomà, van publicar la pastoral “Memòries de l’Espanya actual” amb un encès elogi d’Alfonso XIII.

El 10 de maig, després d’entrevistar-se amb el rei a Londres, Luca de Tena va fundar el Cercle Monàrquic. Acabada la primera assemblea (anunciada a l’ABC) la Marxa Real des del balcó va acostar públic enfadat que va interpel·lar-los. L’enfrontament va degenerar en la crema d’un centenar d’esglésies i convents el dia 11 de maig. No hi va haver cap víctima, però el govern va semblar còmplice perquè no va actuar, sembla que empès per unes declaracions d’Azaña (en el sentit que tots els convents de Madrid no valien la vida d’un republicà, segons record de Maura). Tancant la polèmica sobre la pastoral, el 13 de maig el cardenal Segura abandonava el país...

El debat sobre l’article 26 de la constitució va tensar un ambient ja incòmode per algunes disposicions del govern provisional com la retirada dels crucifixos de les aules, l’obligació del títol de mestre per a ensenyar, o el reconeixement de la llibertat de cultes. Ja l’article 3 havia proclamat que “L’estat espanyol no té religió oficial”, però l’aprovació del 26 va simbolitzar la ruptura quan Azaña va declarar que “Espanya ha deixat de ser catòlica” (referint-se a l’aparell administratiu de l’estat) i –abans de retirar-se de la votació- Gil Robles (Acció Nacional) va respondre que “Hoy, frente a la constitución se coloca la España católica: Vosotros seréis los responsables de la guerra espiritual que se va a desencadenar en España”. El malestar dels catòlics aniria creixent a mida que s’aprovaven les lleis que desenvolupaven el principi de laïcitat que fixava la constitució, com el decret de secularització dels cementiris (1/1932) o la llei de divorci i matrimoni civil... Pel que fa a la dissolució de la Companyia de Jesús, embargava les seves seus per fer escoles, però no expulsava els jesuïtes: podien exercir sense vinculació a un orde que per obediència a un cap d’estat estranger (el quart vot) era percebuda com un perill. Finalment, la LLEI DE CONFESSIONS I CONGREGACIONS RELIGIOSES (1933) extingia el pressupost de culte, nacionalitzava el patrimoni eclesiàstic (tot i que el deixava a la seva disposició) i tancava els centres d’ensenyament catòlics (aquesta darrera mesura no arribaria a confirmar-se perquè l’adveniment de la dreta va suspendre la seva aplicació).

La historiografia ha tractat amb duresa les reformes laïcistes: ja Fernando de Meer (1975) les definia com un excés que significava la “abolición unilateral del concordato”: per ell, les reformes eren un “ajuste de cuentas”. És cert que la intransigència eclesiàstica va anar pujant el to parlant d’una persecució; per això Frances Lannon (1986) va voler demostrar que les relacions entre república i església no eren “les d’un agressor gratuït contra una víctima innocent”, sinó que l’església era un grup de poder de marcada empremta autoritària reticent a qualsevol canvi, aterrat davant de la secularització de la societat que s’anava produint (“la apostasia de las masas”, deia) i amb prou poder econòmic com per a incomodar-se amb la reforma agrària. Poc ha quallat aquesta visió: Vicente Cárcel Ortí titulava “la gran persecución” (2000) i Manuel Álvarez Tardío (2002) negava el clericalisme agressiu, adjudicava el problema religiós a una atàvica fòbia del progressisme espanyol, i definia les reformes republicanes com una espècie de “revolta religiosa” comparable a la luterana (perquè feia del laïcisme una religió alternativa).

.

LA DIFÍCIL REFORMA AGRÀRIA. El 1931 l’economia era fonamentalment rural: gairebé 4 milions de persones tenien la seva feina al camp, representant el 45% de la població activa (uns 8,5 milions d’habitants), dels quals 2 eren obrers agrícoles sense terres, i la resta propietaris minifundistes. Depenien de l’agricultura uns 24 milions de persones (el 50% de la població) indirectament relacionades amb el treball del camp. La desigual distribució de la propietat contrastava els minifundis al nord, i els jornalers assalariats al sud. La situació era prou difícil com per a poder entendre la importància dels decrets dictats per Largo Caballero com a ministre de Treball del govern provisional: congelació d’arrendaments, prioritat d’agrupacions d’obrers en l’arrendament de grans finques, reducció de la jornada laboral a 8 hores (obligant a pagar un sobresou si es treballa “de sol a sol”). Van ser especialment incòmodes el decret de treball forçós, que prevenia els lockouts obligant a continuar treballant les terres si no es volia que fossin expropiades, o el decret de “termes municipales”, que prohibia els propietaris agrícoles contractar treballadors d’altres municipis si en el poble havia aturats (neutralitzant així la possibilitat de trencar vagues i mantenir els sous baixos fent servir esquirols importats).

 

La Comissió Tècnica encarregada pel govern provisional va presentar un avantprojecte a les corts una setmana després de la seva apertura: preveia l’ocupació temporal (sense data de finalització) d’aquelles propietats que excedissin les 10 HA en regadiu i les 300 de secà, per famílies de jornalers sense terres que les explotarien en cooperativa. La reforma es finançaria amb un impost especial progressiu sobre latifundis, una proposta massa radical per als propietaris i massa tèbia per a anarquistes i socialistes. Aleshores, una comissió del ministeri d’agricultura va elaborar un nou projecte que es va presentar a les corts el mes d’agost: proposava expropiacions amb indemnització de terres abandonades i d’origen senyorial, mitjançant un Institut per a la Reforma Agrària encarregat de repartir: també va ser refusada. La proposta final (3/1932) elaborada per l’equip de Marcel·lí Domingo volia evitar l’obstrucció de la dreta recollint els interessos dels propietaris: suprimia l’impost sobre els latifundis i expropiava amb indemnització les terres mal conreades, les de secà que podien regar-se, les sistemàticament llogades. Solament deixava sense indemnització els vells senyorius dels Grandes de España (mig milió d’Ha propietat de 65 aristòcrates). La discussió de la llei a les corts es desencallaria amb la Sanjurjada: s’aprovaria el 9/1932 per 318 vots a favor i 19 en contra (amb 120 abstencions). L’ aplicació seria lenta: quan la CEDA l’aturi amb prou feines s’havien assentat 12.000 nous propietaris dels 75.000 esperats. A l’IRA li calia més pressupost!

La primera oposició a les reformes va ser la SANJURJADA, el cop militar que va preparar el general Sanjurjo que, tot i que va fracassar i amb prou feines va permetre resistir a Sevilla unes hores, ens demostra la mala maror que havia contra les reformes en el sí de l’exèrcit. El general va ser detingut i empresonat, jutjat i condemnat a mort, tot i que se li va commutar la pena per la d’exili i va marxar a Portugal, des d’on –símbol de l’oposició - estaria en contacte amb caps de l’exèrcit i polítics de la dreta. És cert que la historiadora Carolyn O.Boyd (1990) va demostrar que no es volia canviar el règim, sinó el govern, però no hem de relativitzar el cop presentant-lo com un moviment aïllat, desconnectat de la dreta política. Se l’ha disculpat dient que la República va patir més assalts des de l'esquerra, oblidant que la Sanjurjada demostra que les conxorxes van començar des del mateix inici del règim. També cal dir que, encara que en un primer moment el cop va consolidar la república i va reforçar les esquerres, l’aprovació de la Llei de Defensa de la República no era un bon símptoma, ja que demostrava que calia recórrer a mesures d’excepció per protegir-la. La llei considera “agressió a l’estat” massa coses: la desobediència a les lleis o les forces públiques de seguretat, l'apologia del règim monàrquic, la possessió il·lícita d'armes, les vagues salvatges i la coacció laboral, les pujades injustificades de preus, la negligència professionals dels funcionaris públics... Una mesura d’excepció tan dura solament demostra la debilitat del sistema.

Una tercera conseqüència de la Sanjurjada va ser el desencallament de les lleis de difícil aprovació parlamentària, com la reforma agrària i l'estatut d'autonomia de Catalunya que s’havia redactat a Núria. La Generalitat provisional havia convocat via ajuntaments una ponència de 36 membres encarregada de redactar-lo (sense radicals ni lligaires). S’havien tancat en un hotel de la Vall de Núria, d’on va sortir un text (6/1931) que es va plebiscitar el mes següent en el miler d’ajuntaments catalans: 8.349 regidors hi van votar favorablement, 4 en contra i 402 s’hi van abstenir. Després fou votat en referèndum popular, amb prop de 600.000 vots a favor i poc de 3.000 en contra, amb un 38% d’abstenció (similar a les eleccions anteriors). A Espanya hi va haver una dura campanya en contra per pressionar les corts escollides el juny de 1931, però –malgrat les crítiques d’Ortega, Lerroux o Maura- Azaña el va defensar dient: “podríamos decir que en este estado hubiese triunfado en España una política de asimilación, de unificación; podría ser que a alguien le parezca que esto hubiera valido más y que ahora todos los españoles hablasen el mismo idioma, con el mismo acento, y tuviesen la misma creencia, los mismos amores, los mismos signos y el mismo modo de sentir la patria; podrá ser que esto a alquien le parezca mejor; a mi me hubiera parecido un empobrecimiento de la riqueza espiritual de España. Pero el caso es que esto, parezca bueno o malo, no ha ocurrido”. Calia, doncs, abordar el sensible tema de la descentralització de l’estat.

Finalment va ser aprovat per 214 vots favorables, 24 en contra i un centenar d’abstencions. L’avantprojecte de Núria havia estat retallat i aigualit, però quan Azaña el va portar a Barcelona va ser rebut amb entusiasme. L’article primer no feia de Catalunya un estat autònom sinó una “regió autònoma dins de l’estat espanyol, d’acord amb la constitució de la república”. No hi havia sobirania del poble català, sinó un estat espanyol que reconeixia a Catalunya alguns drets d’autogovern. L’article segon declarava el català i el castellà llengües oficials i el dret a escollir un dels dos idiomes en les seves relacions amb l’administració. Aprovat l’estatut la Generalitat va convocar eleccions per crear el Parlament de Catalunya el novembre de 1932: ERC va obtenir 61 escons i la lliga 15 amb una participació del 60%...