Los últimos meses han sido como un gran premio de F-1 en la vieja carretera del Garraf: mucha curva, mucho peligro de despeñe, apenas un milagro contenido, una suerte vigilante pendiente de los detalles y una inconsciencia absurda que provoca una falsa sensación de plenitud. ¡Los mismos ingredientes que enamorarse! Sin embargo, lo que en enero me parecía un camino de cabras cuesta arriba, hoy es pasado superado: por lo que no me queda más remedio que prometer a los amigos más pacientes que abandonaré mis lamentos de plañidera mal pagada sobre mi divorcio con la suerte. Me sorprendió en Les Roquetes, envuelto en compañeros de eficiente profesionalidad y corazón generoso, la convocatoria de oposiciones. Tomé el toro por los cuernos con cierto escepticismo. Sin embargo, cuando el inspector que me valoró la gestión del aula me puntuó con alabanzas lisonjeras, la ambición empezó a torturarme los nervios con tan punzante escozor que dejé de morderme las uñas para empezar con los muñones.
Después vinieron la confección de la programación de un curso entero, que por cierto terminé menos de 24 horas antes de su fecha de entrega, y el sorteo de las cinco bolitas en el que el azar me premió con dos temas de historia. Era la parte que más había temido, porque no había tenido tiempo de estudiar nada… Nada quiere decir que, de 75 temas, apenas llevaba 20 conmigo… No por estudiarlos, sino porque te gustan lo suficiente como para que te acompañen siempre, y te apetezca reciclarte en ellos con relativa frecuencia.
El caso es que seduje suficientemente al tribunal como para lograr la tercera mejor nota de la zona, y que –pese a tener poca antigüedad y alegar por tanto apenas un puñado tan pequeño de puntos que, de tan escasos, más bien parecían de sutura- pude elegir un destino cercano a mi casa que sustituirá los eternos desplazamientos de entonces por un ligero paseo. Pero hubo más logros: ganar la presidencia de la asociación Fent Història me está permitiendo impulsar un equipo lleno de entusiasmos, ideas y matices. Tomando una cerveza de verano en una terraza en Gracia por poco no me echo a llorar de alegría por su generosidad, viéndoles reír y rivalizando por tomarse las palabras unos a otros. Historiadores de convicción y soñadores de corazón, tengo la impresión de que vamos a hacer muchas cosas chulas juntos… A mi lado tengo el apoyo de mi granadina lorquiEva, que tiene mucho arte; y otra Eva que maquetando tentaría a Adán cual manzana con curvas; y una Victoria que es tan sabia que me llena de orgullo compartir cartel con ella en la Casa Elizalde; y una Isa que, además de dejar que me tome la confianza de cambiarle el nombre, me cubre las espaldas mejor que María Teresa Fernández de la Vega cubre a ZP; y una Virginia que es capaz de compartir lo que nadie se atreve a compartir; y un Jordi y un Luis –excelentes discutidores y polemistas- que sobre todo destacan por su compromiso por la Historia como herramienta de libertad de pensamiento. El viaje tendrá escollos, pero también voluntad de consenso para superarlos. Espero que sea creativo y se llene de oportunidades…
En todas esas trincheras andaba metido cuando recayó sobre mi un encargo difícil: hablar en público nunca ha sido para mi tan peligroso como para los que me escuchan, pero cuando el tema lo ha elegido una amiga muy competente y que se pone pachucha, la tierra parece temblar con intensidad Lisboa 1755. Lo mejor de aquel acto fue conocer que hay apasionantes experiencias de renovación docente en la facultad, y buenos profesionales (pre)dispuestos a escuchar a los alumnos.
En las reuniones preparatorias del acto, tuve la oportunidad de escuchar a la doctora Marta Sancho decir que “ser historiador”, (y yo lo apunté en la agenda precipitadamente con letra de médico extendiendo receta), “no es una profesión, es una forma de vida”. Espero que no lo tenga registrado, porque se lo pienso copiar a destajo… porque tiene razón al decir que las gafas de mirar que hemos elegido para entender el mundo a nuestro alrededor no funcionan sólo en horario de oficina…
Por lo que respecta a la doctora Teresa Vinyoles, me resulta difícil camuflar la incondicionalidad del aprecio que le guardamos todos los que empezamos la carrera en 1996. Llegamos perdidos a la facultad y –en una clase primeriza y vespertina- nos contaba que acababa de regresar de un congreso que había incluido una visita a un castillo. Y que, preguntándose con algunos compañeros por la zona más gastada de los escalones que subían a la torre del homenaje, habían concluido –al preguntarse qué pasos habrían dejado aquel desgaste en la piedra milenaria- que la Historia era aquello: preguntarse por las huellas y las personas que las dejaron.
Recuerdo que un escalofrío de emoción me recorrió la espalda. Mi mirada coincidió entonces con otra estudiante con la que apenas había cruzado algunas palabras hasta entonces. Nos sonreímos. Eva Ubarti aun hoy aún es una de mis mejores amigas. Y, como todas las personas a las que he mencionado en este texto, también ha dejado huella.
Un espacio para el encuentro con historiadores y apasionados por la Historia. Con los que se emocionan con la polémica historiográfica, con la divulgación o la investigación. Y creen en la Historia como instrumento de compromiso social. Porque somos algo más que ratones de biblioteca o aprendices de erudito. Porque nuestro objeto de estudio son personas.
Ferran Sánchez: Història. Divulgació. Docència.
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2 comentarios:
Muchas gracias por todo Ferran. Ft. Hª va a demostrar una cosa que nadie espera. Vamos a demostrar que los historiadores en Catalunya no somos, ni vulgares burócratas de lo pasado, oficinistas grises avezados en inventariar y describir, cronistas, periodistas a la caza del hecho histórico, del dato incontrovertible, ni políticos en ciernes que sólo piensan en "hacer país" o en defender su partidito, ni tampoco somos acríticos y dóciles lameculos eslabonados en la "cadena medrática" (Ferran dixit) de las universidades catalanas. Luigi.
Ferran, soy LorquiEva. Gracias por esas palabras y esa ternura que destilas no sólo en el presente blog sino en privado, compartiendo una pizza que podría servir de helipuerto.
También agradezco el haber conocido a Eva y Victoria. Entre todos los de Fent història constituis un verdadero comité de sabios que, con vuestro bagaje humano y cultural, (sois todos un hipertexto con patas) podría resolver desde una crisis como la Cercanías hasta algo tan extremo como un mal de amores. Besos para todos y gracias, de todo corazón.
Eva Garcia
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